Stultum est timere
quod vitare non potes.
(Absurdo es temer lo
que no se puede evitar.)
Publio Siro (siglo I a.
C.)
Envidio
(aunque no admiro) a las personas que pueden vivir su vida evitando pensar en
la muerte. Por el contrario, me dan pena aquellos que se sumergen en un
pensamiento obsesivo, que contamina cada uno de los días que viven bajo el sol,
convirtiendo hasta la tarde más hermosa en una noche cerrada, llena de sombras.
Para los primeros, la muerte espera, y de su cercanía o lejanía (siempre falsa
y supuesta) dependerá el nivel de pánico o de tranquilidad que los embargue. Y para
los segundos, la muerte ya ganó su combate, y cuando llegue y los arranque de
este precario mundo no tendrá más que venir a retirar lo que ya es suyo, de la
misma manera que una persona que ganó una rifa no tiene más que retirar un
premio que ya lleva su nombre. Y es que la muerte no gana cuando mata a alguien, sino cuando contamina su vida, cuando obliga a vivir
a quien no murió como si ya lo hubiese hecho, cuando se hace presente antes de
estar, en rigor, presente. Dicho más brevemente: la muerte gana cuando infunde miedo.