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Jesús y los fariseos - James Tissot |
Se puede alcanzar la teoría sin
que, por eso, la vida cambie en lo esencial. Recuerdo el pasaje en el que,
refiriéndose a los maestros de la Ley y a los fariseos, Cristo exhorta: “Hagan
y cumplan todo lo que ellos dicen, pero no los imiten, porque ellos enseñan y
no practican” (Mt 23, 3). El hecho de que la teoría no tenga un correlato en la
práctica no anula ni desautoriza esa teoría. Se puede saber cómo hay que vivir, qué cosas son las verdaderamente
importantes, qué merece desvelos y qué no; se puede saber teóricamente todo eso
y, sin embargo, seguir con una vida ansiosa y desequilibrada. A lo mejor, por
esto mismo vivimos en un mundo con gente cada vez más alfabetizada, más informada
y en algún punto (a discutir) más inteligente, pero definitivamente menos sabia;
un mundo donde el médico fuma, donde el psicólogo va al psicólogo y donde el
deportista no está exento de los más peligrosos excesos.