Deseaba ser como los demás hombres,
como su padre,
tener su negocio, su familia,
un hijo al que pasarle su sabiduría.
Deseaba tener una esposa,
una compañera,
que calentara su lecho por las noches,
una voz amiga al rayar el día.
Mujeres no le faltaban,
tan fieles como su madre,
muchas, por él, habían cambiado,
muchas, a él, lo querían.
Deseaba ser como los demás hombres,
llegar a viejo,
con nietos expresándole eternidad,
con un bastón sirviéndole de guía.
Una muerte en paz,
rodeado de los suyos,
sabiendo que el amor iba a durar,
que la rueda rodando seguiría.
Imposible.
No fue como los demás hombres,
por su Padre,
su propio celo,
se expuso como eterna garantía.
Lleno de llagas y magulladuras,
elevado entre los bajos,
vio a sus amigos dispersos,
sólo su madre, su Juan y su otra María…
Deseaba ser como los demás hombres,
pero eso no era para él,
su destino era ser fiel,
y, con eso, la historia cambiaría.
Lucas Berruezo
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